¡Veinte mil! El tipo realizó veinte mil intentos, y continúa. Cualquiera
diría que está loco, que es un disparate. Cualquiera lo diría. Siempre, claro,
que no se detenga en contar sus propios días. Esos segmentos de cierta posesión
de conciencia donde uno, siempre en pretensión de “un” algo, se dedica a buscar
afanosamente la forma de conseguirlo.
Locos. Estamos todos en estado de enajenación, invirtiendo las horas,
la salud, y la inteligencia (cualquiera que ella sea) en ocuparnos. Solo en
ocuparnos, cada uno de lo suyo.
¿Equipos?, ¿sociedades?, ¿parejas?, no son ciertas. Dentro de cualquier
esquema, cada cual se dedica, excluyentemente, a lo suyo, así drena su propio
tiempo en aras de la obtención de promesas que se ha hecho en el silencio de su
alternante confusión. Eso sí, el final es siempre el mismo. Lo curioso es que
nadie lo ve.
Digamos que es comprensible, eso le obligaría a dejar las tonterías y
ocuparse de vivir.
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