viernes, 30 de marzo de 2012

ESTADOS


Estados

¡Sorprendente que insistamos en lograr una “línea de conducta”!
Sorprendente, pues nada en nuestro pasado, tanto personal, cuanto  histórico, nos la traza con su ejemplo. Y, sabido es, que somos  “consecuencia dinámica” de aquello que hemos aprendido.

No existen líneas rectas en la naturaleza, ni escaleras que lleven directamente al cielo, ni al infierno. Bueno, esto en el caso de que al suponer cierta su existencia, hubiéramos decidido montar esos escalones.

Estamos destinados -aún lo estamos- a permanecer en nuestras sinuosidades. Nos arrepentimos de nuestros errores, cargamos la vida con el peso de su recuerdo… ¡Y ahí vamos nuevamente!, ¡ y por más!

Deberíamos asumir plenamente esa inconstancia que nos caracteriza como raza (la quinta raza raíz, según creo recordar), y resignarnos felizmente a levantar desde el suelo de cada caída la experiencia que indudablemente allí se encuentra.

En lo personal, detesto los golpes en las rodillas y, por duro de entendederas, porto sin ningún orgullo, cantidad importante de cicatrices. ¡Qué no solo en las rodillas!

 Filemón Solo

Como ejemplo, aquí el cerro, ése, al final de mi calle, nos muestra la imagen de sus distintos humores.


El sol besa la cumbre y se desliza hacia otros paisajes



Tormenta sobre el cerro. En tanto pequeñas nubes se niegan a intervenir, flotando
en el faldeo

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