Estados
¡Sorprendente que
insistamos en lograr una “línea de conducta”!
Sorprendente, pues nada en
nuestro pasado, tanto personal, cuanto
histórico, nos la traza con su ejemplo. Y, sabido es, que somos “consecuencia dinámica” de aquello que hemos
aprendido.
No existen líneas
rectas en la naturaleza, ni escaleras que lleven directamente al cielo, ni al
infierno. Bueno, esto en el caso de que al suponer cierta su existencia, hubiéramos
decidido montar esos escalones.
Estamos destinados
-aún lo estamos- a permanecer en nuestras sinuosidades. Nos arrepentimos de
nuestros errores, cargamos la vida con el peso de su recuerdo… ¡Y ahí vamos
nuevamente!, ¡ y por más!
Deberíamos asumir
plenamente esa inconstancia que nos caracteriza como raza (la quinta raza raíz,
según creo recordar), y resignarnos felizmente a levantar desde el suelo de
cada caída la experiencia que indudablemente allí se encuentra.
En lo personal,
detesto los golpes en las rodillas y, por duro de entendederas, porto sin
ningún orgullo, cantidad importante de cicatrices. ¡Qué no solo en las
rodillas!
Como ejemplo, aquí el cerro, ése, al
final de mi calle, nos muestra la imagen de sus distintos humores.
El sol besa la cumbre y se desliza hacia otros paisajes
Tormenta sobre el cerro. En tanto pequeñas nubes se niegan a intervenir, flotando
en el faldeo
No hay comentarios:
Publicar un comentario