sábado, 13 de diciembre de 2014

CAPÍTULOS

LA FLOR

El niño soltó la mano de su abuelo y corrió presuroso hacia uno de los floridos canteros que, con hermosos colores y ricos perfumes, gratificaban a quién se detuviera, aunque más no sea un solo segundo, a disfrutar sus flores.
¡Abuelo, abuelo! Tomé esta flor para mamá  -dijo el niño entusiasmado-, su abuelo le sonreía con tristeza pensando que si bien todas esas flores pronto morirían, aquella arrancada por el niño, no solo lo haría antes, sino que habría pasado esterilmente por la vida.
Cavilando el abuelo volvía ya del parque sujetando firmemente la pequeña manito de su nieto.
-Los hombres tenemos una desmedida inclinación a poseer cual cosa bella excite nuestros sentidos. Una obra de arte, un vehículo, una piedra preciosa, una casa, un perfume y…una flor, a la que condenamos por ser atractiva.

                                                               Filemón Solo
                                   

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