lunes, 16 de febrero de 2015

CAPÍTULOS

SE NOS ACABÓ EL PRESENTE

Creo haber manifestado ya, que, casi como cualquier pasajero de estos tiempos, quien esto firma se reitera en sus dichos (visto que parte desde un cúmulo de experiencias que le son propias y exclusivas) y también puede fácilmente contradecirse (en razón del estudio de distintas alternativas en su vida, avances, y retrocesos), siendo un proceder usual en un humano común, más no igual; que no los hay.
Esta perorata de ingreso al tema fue necesaria, puesto que mis dichos pudieran parecer contradecirse con el título de estos Blogs.

Lo he escuchado en infinidad de casos: seudoterapias, significativas observaciones propias o copiadas, textos que pretenden que uno encuentre la piedra filosofal de la interna sabiduría, o simplemente bien intencionados con pocas horas de meditación en el tema.

Se nos ha enseñado que los tiempos son tres: pasado, presente, y futuro. Detalle absolutamente lógico y “casi” comprobable.
Quizá, ya para esta avanzada época de la evolución de los conocimientos de la raza, nos falta, en promedio, algo de estudio y comprensión sobre una materia que se viene llevando los laureles en cuanto a los descubrimientos que, desde nuestra estrecha visión, nos harían comprender solo unos “gramos” más de nuestro estado, y camino universal. Me refiero a la… ¡Física!
Sin capacidad, ni deseos de extenderme en explicaciones técnicas, debo decir que el tiempo no existe, lo otro, es solo una necesaria percepción de este bajísimo plano al que, cada cual por lo suyo, hemos venido a dar. A esto solo he de agregar que el ser, en la medida en que “asciende” en su escarpada senda evolutiva, estos estados de apariencia temporal se modifican hacia una irremediable comprobación: La Verdad de su no existencia.
Bueno, ya que estamos en este mundo, donde la figura es la de un tiempo lineal, y unidireccional,  de él hablemos.
Veníamos con aquello de los tres estados del tiempo; retomemos el tema.

El pasado es lo único que ha formado la herramienta de la personalidad. Vivirás y actuarás en función de tu experiencia, y todos sabemos que esta no se transfiere.
En cuanto al futuro, este se desgrana en infinitas posibilidades. Incontables caminos que te han de llevar hacia donde tu actuar de este momento te esté enviando.
Alguien sabio dijo: “Si eres feliz, no cambies”, y no lo hagas porque, en caso que la tengas, esa “felicidad” te augura un futuro digamos…afortunado.
Acá viene, quizá, lo más difícil de comprender, y es el presente. Este estado no existe, ni puede existir desde el momento en qué es inasible. Proveniente del futuro, inmediatamente se convierte en pasado.
Esta etapa de presente vendría a ser como un punto de unión imperceptible entre pasado y futuro.
Dijimos que tu actuar de este momento “que solo pasa” marcará el sentido de tu futuro derrotero, pero en realidad, y como no “ocupa” tiempo, no hay detención, lo hace sin que lo puedas tomar. Sobre lo que realmente estás operando (lo notes o no) es con tu pasado inmediato, que confundimos con un presente que no se presenta , el que ha de afectar el futuro, porque en él ya está grabada la impronta de tus actitudes, pensamientos, y sentimientos. ¡Esos mismos que acabas de tener!
Simplificando, digamos (reiterando también) que tu pasado cercano, y lejano, harán a tu futuro, pero “de acuerdo a como trabajes ahora con él”, puesto que no tienes un presente, deberás abocarte a confeccionar tu futuro, o bien dejarlo librado a las consecuencias de situaciones pasadas que no recuerdas, y en caso de hacerlo, no podrás asociar con su resultado.
Rencores, recuerdos tristes, desapariciones amadas, enfermedades, deben ser objeto de una prolija revisión de los sentimientos a que dieran lugar. Modifica aquello doloroso, humillante, perdido, o frustrado, porque es el nuevo sentir sobre él lo que te dará mayores garantías de un futuro venturoso.
Eso sí, sin olvidar que nuestro destino final contiene una felicidad de tal magnitud, que nada sobre ella podemos imaginar, pero, y por ahora, usemos las únicas herramientas a la mano, que constantemente nos llegan, nuevos elementos sobre los cuales habremos de montarnos en busca de nuestra elevación.
Pero solo para quién esto interese. El resto, indefectiblemente, tendrá su momento. Nadie queda fuera de lo que ya integra, “El Todo”.
“Cuando el fruto esté maduro”.
                                                           Filemón Solo






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